Y solo en el momento en que te dije "No" y apreté el botón rojo me sentí totalmente tranquila. Relajada y orgullosa. Como si me quitara tres años de encima de un soplo. Solo entonces me dí cuenta de que quizá te seguía el juego por pura rutina y afortunadamente descubrí que los dados podían estar a mi favor. Y ciertamente creo que la suerte me estuvo acompañando todo este tiempo aunque yo no lo supe ver, o mejor dicho "no lo pude ver" porque estaba ciega. ¡Estaba tan ciega! Ahí estaba la persona que buscaba. Ahí. Tantos años cruzándonos y yo con la cabeza en otra parte. Sí, tengo ganas de volver a cruzarme contigo. Esta vez cojo el tren definitivo, lo prometo.
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